Los neuromoduladores, conocidos popularmente por el nombre comercial del primer producto que se lanzó al mercado, BOTOX®, son medicamentos altamente seguros, utilizados desde hace más de 20 años en diversas especialidades médicas, como neurología, oftalmología y otras. Su función es realizar una neuromodulación muscular, lo que significa inhibir la contracción de los músculos y producir una relajación controlada de los mismos.
La toxina botulínica no es un relleno, sino un relajante muscular potente.
Su acción consiste en reducir las contracciones musculares mediante un bloqueo neuromuscular temporal, lo que ayuda a suavizar las líneas de expresión.
Este efecto tiene una duración de entre 3 y 6 meses, aunque puede variar según la persona.
Gracias a esta relajación muscular, la toxina botulínica contribuye a eliminar la apariencia de cansancio en el rostro, logrando un efecto estético natural y revitalizado.
La hiperhidrosis es una condición de sudoración excesiva en áreas como axilas, palmas, pies y frente, que puede afectar la calidad de vida al interferir en situaciones sociales y laborales.
La toxina botulínica, aplicada mediante microinyecciones, bloquea las señales nerviosas a las glándulas sudoríparas, reduciendo significativamente la sudoración y ofreciendo alivio a quienes la padecen.
El bruxismo, o rechinamiento involuntario de los dientes, puede causar desgaste dental, dolor mandibular y problemas en la articulación temporomandibular (ATM).
La toxina botulínica es un tratamiento eficaz para reducir la tensión en los músculos de la mandíbula, aliviando el dolor y protegiendo tus dientes.
Con unas microinyecciones, se logra un alivio duradero, mejorando tanto la calidad del sueño como la calidad de vida
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